martes, 23 de febrero de 2010

Mi plegaria...

Por ese rayo de luz que oculta tu pupila,
por esa leve tristeza que nubla tu mirada;
en la estrella más pequeña, más distante,
forjaría para ti un altar de oro,
de oro y esmeraldas.

¿Es posible, Señor, que yo levante,
mis ojos hacia Ti sin esperanzas?

Por ti, por ti lanzado hacia el espacio busco,
águila sombría mi morada.
Más allá de la cumbre,
más allá del alto muro;
al confín quizás de la montaña.

¿Es justo, Señor, que yo sufra,
por lo inútil de mi fe y de mi plegaria?

Qué eres tú, si no el recuerdo dulce y triste,
que perdura sobre el tiempo y la distancia.
Qué eres, más que la espuma del mar,
meciendo en las olas sus hebras de plata.

Es por ella, Señor, que yo te invoco.
Por ella, Señor, es mi plegaria.

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