viernes, 2 de abril de 2010

Aquella mañana

Abrazaba fuerte el frío aquella mañana,
Las rosas en sus lechos yacían lozanas
Y los muertos, en silencio, escuchaban.

La gente, indiferente, por delante pasaba
Ignorando que aquella fría mañana
Un triste fin en nuestras vidas marcaba.

Yo hablaba de mi y de cuánto te amaba
Más al oír de mi amor de mí te burlabas,
Cortando así mi corazón en dos tajadas.

“Pero yo no te amo, y jamás te di alas.
Es más, todo este tiempo yo solo jugaba.”
Y soltabas otra vez tu maldita carcajada.

Un antifaz de asombro cubrió mi cara.
No podía ser verdad lo que escuchaba.
¿Era esa la clase de mujer que yo amaba?

Te respondí entonces, dándote la espalda:
“Cometí un gran error y caí en tus garras.
¡Tienes linda la cara pero negra tu alma!”

Me fui entonces, triste, ocultando la cara.
Dejándote con tu burla, sola y abandonada.
Y no vi como, dulcemente, por mi llorabas.

Arreciaba violento el frío aquella mañana,
Las rosas, tristes, lentas se marchitaban
Y los muertos en el silencio dormitaban…

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